Persistencia tenaz

En algún documental de esos de la 2, que sirven para dormitar después del cocido o las lentejas, vemos como, con distinta suerte, diversos animales luchan con tenacidad contra su destino. Bien sean salmones que luchan a contracorriente o gacelas huyendo de leones, todos saben a ciencia cierta que su fin, único e irrefutable, es el mismo que cualquier ser vivo: morir con todas las de la ley. A veces la vida te recompensa conociendo a algún ser humano excepcional, de esos que pasan por tu lado como un cometa. Incluso, a veces, disfrutas del tesoro que es su amistad y su cariño.
Hace unos días perdí, en accidente de tráfico, a una de los mejores cometas que he conocido. Madrina de mi hija y como una hermana para mi mujer, Raquel era una joven de 36 años con un corazón inabarcable. Su vida nunca fue sencilla y en ninguna de las partidas que le tocó jugar en este tablero que es la vida le tocaron jamás buenas cartas. Como una gacela del Serengeti, ella se rebelaba una y otra vez contra su destino. Dejarse ir, resignación o apatía no eran palabras que entraran en su vocabulario. Era un ser excepcional con el corazón tatuado de cicatrices y que iba dejando, a cada paso que daba, un mundo mejor.
 Han pasado un par de semanas y, después del shock inicial y la incredulidad, el dolor agudo se va disipando con exasperante lentitud. En su lugar va surgiendo la figura de un tipo de malestar que, aunque ligeramente menos intenso, tiene visos de permanecer estable y crónico. El sentimiento por el pasamos en estos días es similar al que debe sentir alguien cuando pierde una parte de su cuerpo. Sindrome del miembro fantasma. No la tenemos ya con nosotros pero la sentimos y nos duele como si estuviese todavía en nuestro cuerpo.
 Caminamos por este mundo preocupados por autenticas idioteces. Dinero, hipotecas, viajes, coches,... lujos que cualquiera que haya perdido un ser querido de la forma que nosotros hemos perdido a nuestra Raquel considera autenticas banalidades. ¿Para qué estás media vida echando horas extras en trabajos que no te gustan para darles a tus hijos cosas que no necesitan y que no valoraran? ¿Es necesario que tengan más ropa, más juguetes, más agenda social? ¿Realmente tienes que competir con otros padres para ver quién monta la fiesta de cumpleaños más espectacular? ¿Sucede algo si, por culpa de una mala racha ecónomica, no puedes llevar a tu hijo al cine para el último estreno infantil?¿De verdad tienes que ser el mejor en tu trabajo?. La vida es un acto corto, intenso y fugaz y del que no controlamos ni su inicio ni su fin. A duras penas somos capaces de mantener el coche dentro de la carretera durante el trayecto así que, vamos a darnos un respiro. Raquel me enseño que, a pesar de que pinten bastos, uno no pierde hasta que lo deja. Siempre que se le planteaban retos imposibles decía una frase de una famosa pelicula de dibujos animados:"¡¡Hasta el infinito y más allá!!". Sólo podemos intentar que, el trayecto entre ese principio que es la vida y ese final que es la muerte sea lo más increible posible. Dad besos a vuestros hijos, hablad con vuestros padres y vuestros hermanos todo lo que os sea posible, quered a vuestra pareja y haced el amor con ella tanto cómo os deje, viajad en la medida que vuestra economía lo permita, ver mundo y empapaos de culturas distintas y escuchad al que necesita ayuda aunque os suponga enfrentaros al que se aprovecha, abusa y ataca a los demás por egoismo o ira. Como dijo alguien que ahora no recuerdo "Al fin y al cabo, de la aventura que es la vida ninguno de nosotros saldrá victorioso".
 Se Raquel que, desde donde estes, puedes leer estas líneas y que mi mensaje te llega alto y claro: Lo siento, querida, pero nos negamos a olvidarte. No es nuestro estilo ni el tuyo tampoco lo sería. Aquí, junto al marco con tus fotos que tenemos en nuestra casa, tendremos siempre presente el regalo que fue tenerte en nuestras vidas. No te olvidaremos jamás. T´estim una animalada, jamba!


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